A casi tres meses de la suspensión por la pandemia, se reanudó el debate oral con el testimonio extenso y contundente de Stella Segado, quien aportó una explicación de cómo funcionaban y se organizaban los servicios de inteligencia. Lo hizo tras haber estudiado durante años documentos secretos hallados y desclasificados. Como novedad, aportó un telegrama de Guillermo Patricio Kelly a Héctor Villalón, conocido personaje de aquellos años. Le agradece la información recibida sobre Mendizábal, Tolchinsky, Pereyra Rossi y Croatto, militantes de Montoneros. El Diario del Juicio y La Retaguardia televisaron la audiencia y lo volverán a hacer el próximo jueves, turno para que declare la antropóloga Verónica Almada, quien también trabajó sobre los archivos del Ejército Argentino. (Por El Diario del Juicio*)
💻 Colaboración 👉 Diana Zermoglio
📷 Fotos 👉 Gustavo Molfino/Daniel Cabezas
📷 Foto de Portada 👉 Ante la sala vacía, se colocaron en los asientos las fotos de las personas desaparecidas durante la Contraofensiva. Las observa el abogado defensor del genocida Norberto Apa, el Dr. Hernán Corigliano. 📷 Daniel Cabezas
Stella Segado lista para comenzar con su testimonio. 📷 Gustavo Molfino |
Las secretarias del tribunal corren con desesperación. Está a punto de reanudarse el juicio. Arrastran una de las pantallas desde el costado de la sala en el que está ubicada habitualmente para que el público pueda ver mejor lo que ocurre. Esta vez, la cercanía televisiva la necesitarán los jueces para poder observar los documentos y croquis que aportará la testigo, por lo que la ubican de frente a Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini, los dos que están presentes en la sala. La tercera integrante del tribunal, María Claudia Morguese Martín, es una más entre los recuadros de la sala virtual. Stella Segado, la única testigo de esta audiencia, hace rato que está sentada en su lugar, y repasa algunos apuntes en su computadora. Parece tranquila. Daniel Cabezas, su compañero y sobreviviente de la Contraofensiva, será el encargado de registrar fotográficamente. Lo rodea un público muy especial en esta ocasión. Con la costumbre de la sala repleta, cuesta ver esta imagen, que aun así, como casi todo en este juicio histórico, tiene un fuerte poder simbólico. La sala está vacía, podría decirse con la misma cantidad de certeza y frialdad; pero en realidad está repleta de gente. Y las ausencias evidentes, se hacen presentes. Nadie tendrá que levantar sus fotos esta vez, porque están ubicadas con prolijidad, cada una en su silla. No habrá cansancio en sus rostros seis horas después, cuando Segado todavía responda preguntas, porque están congelados en su tiempo. No por elección, está claro. Aun así, desde las imágenes, todavía destilan algo del poder que les queda.
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Hay huellas que son imposibles de destruir. Son rastros que, a pesar del ensañamiento por borrarlos, la máquina burocrática del sistema va dejando en el camino. El Terrorismo de Estado en Argentina desapareció personas y, en busca de la impunidad de aquellos crímenes, también desapareció registros, fichas, datos. Pero dejó vestigios. De la punta de ese ovillo enredado tira desde hace casi dos décadas la especialista en Archivos y Derechos Humanos, Miriam Stella Maris Segado, la primera testigo en declarar en la reanudación del juicio oral por la represión a la Contraofensiva Montonera, que retomó este jueves tras la pausa obligada por la pandemia. Su testimonio, que duró casi 6 horas y se transmitió en vivo a través de El Diario del Juicio, fue un relato pormenorizado acerca de cómo funcionaban las estructuras de inteligencia militar durante la última dictadura. Especialmente, puso bajo su lupa a los Batallones 201 y 601 con base en Campo de Mayo, durante el período 1979/1980, lo que permite poner en contexto las violaciones a los derechos humanos que se investigan en este juicio.
Segado es especialista en archivos de la represión y, gracias a una lectura minuciosa y obsesiva por seguir buscando donde parece que ya no hay nada, logró reconstruir lo que ella llama el “ciclo de inteligencia” establecido durante la dictadura. El rompecabezas se armó con la doctrina y la reglamentación de las Fuerzas Armadas entre 1976 y 1983. Su testimonio en este juicio tiene mucha relevancia, porque en realidad los archivos y documentos de inteligencia son la base probatoria. Sin esos archivos, hubiera sido mucho más complicado (aún) arribar a esta instancia. El rol de Segado sería el de ordenarlos con su testimonial, aportando algo desde su recorrido personal. “En 2003 comienzo a investigar Campo de Mayo. En ese momento Campo de Mayo era un circuito que no se había investigado, del que había aproximadamente 10 sobrevivientes conocidos y no había certezas de cuántas personas habían pasado por allí. A lo largo de los años los 10 se transformaron en 100; y las víctimas, en más de 3000 personas”, explica, mientras recorre sus pasos por los archivos de la CONADEP (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas), y sus trabajos en la Subsecretaría de Derechos Humanos (que luego se transformaría en Secretaría), más tarde en el área de archivos del Ministerio de Defensa y también en la UFI-AMIA.
Documento secreto en el que se observa el ordenamiento y el modo de acción de la Inteligencia Nacional. |
La que más pregunta es la fiscal Gabriela Sosti. Está ubicada en una fila de tres asientos correlativos. Detrás suyo están los abogados defensores Lisandro Sevillano y Hernán Corigliano. Dan la imagen de estar en un ómnibus; los defensores a veces parecen querer bajarse. Sosti consulta y no dejará de hacerlo. Se nota que parte de este material formará parte de su alegato que, ya se anticipa, durará varios días.
“Antes de comenzar -se mete en tema Segado- quisiera explicar algunas cuestiones: he trabajado en tratar de hacer una síntesis de este proceso que lleva más de 17 años de trabajo con archivos y la reconstrucción histórica de un período, en especial en Campo de Mayo. Lo que presentaré aquí irá de lo general a lo particular”, aclara, después de prometer decir la verdad. A través de una pantalla, los abogados de las querellas, sobrevivientes, familiares y otro puñado de personas, siguen la audiencia de manera virtual. Centenares pueden verlo, en este contexto tan particular, por la transmisión en vivo de este Diario, y lo celebran a través de mensajes vía chat. Se vuelve evidente que cuando se informa acerca de los juicios de lesa humanidad, hay interés por conocer lo que sucede con las causas.
Quienes esta vez no están en la sala, ni siquiera por unos minutos como en el resto de las audiencias, son los imputados, autorizados por el Tribunal para no asistir de manera presencial “por la situación de la edad”, según ha explicado el presidente del tribunal, Esteban Rodríguez Eggers.
Recién pasan las diez de la mañana y, tal vez, aún nadie imagina que el testimonio recién terminará cerca de las cuatro de la tarde.
En base a las reglamentaciones militares, Stella Segado subraya, a lo largo de su relato, cómo el ciclo de inteligencia funciona como un sistema de normas y procedimientos en el que sus partes tienen conexión con, al menos, una de las otras partes, y cuya estructura tiene concordancias con sus estructuras superiores. Basta con repasar las noticias de las últimas semanas en los medios para entender por qué se dice que funciona y no que funcionaba, aunque Segado claramente se refiere a los años de la represión a la Contraofensiva.
Con cuadros tomados de los propios archivos de las Fuerzas Armadas, analiza pormenorizadamente cada una de las etapas de este ciclo que, aclara, “no es un proceso lineal, aunque se presente como tal”. “Planificación”, “Búsqueda” y “Reunión de Información”, primero. “Procesamiento”, “Interpretación” de toda la información obtenida, y “Elaboración”, después. Por último, la “Difusión”, mediante la que los órganos remiten la información de inteligencia hacia arriba (a los comandos y jefaturas), al canal “técnico” de inteligencia y al sistema que conforma la comunidad informativa. “Porque -repite- si bien es un ciclo, puede empezar en cualquier lado”.
En el ejemplo proyectado por Segado en la pantalla de la computadora, la testigo muestra un Plan del Ejército anterior a 1979, pero cuya estructura se repite en los años siguientes. “Ese plan se encontró en distintos archivos, en el Batallón 601, en la DIPPBA (Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires), en una sede de Prefectura Naval de Bahía Blanca. Y es una documentación que estaba dentro de los archivos administrativos de esas fuerzas”, explica en una nueva demostración de que hay documentación que es “imposible de destruir”.
La fiscal Gabriela Sosti le pregunta a Stella Segado. Las observan los jueces Esteban Rodríguez Eggers y Matías Mancini (con barbijo). 📷 Daniel Cabezas |
El informe de inteligencia 1 del ‘80, "Actualización del estado de situación de Montoneros”, es otro de los ejemplos que usa Segado. “Es un informe que está en la causa, es del Ejército, y es la copia 10, que se le envía al Comando del V Cuerpo del Ejército, a su departamento de Inteligencia en Bahía Blanca, con fecha 19 de agosto de 1980”, detalla.
Segado toma otro sorbo de agua y se mete en los distintos niveles de Inteligencia, concordantes con los niveles de conducción. Inteligencia estratégica nacional, militar, operacional y táctica. “Hacia abajo hay órdenes; hacia arriba, acciones”.
Las acciones psicológicas
Dentro de los reglamentos analizados por Segado, también se detalla de manera explícita cómo funcionaba la actividad psicológica desplegada por la dictadura. “Es un recurso, permanente en la conducción, que regula métodos, procedimientos y medios sobre el campo psicológico de determinado público o blanco”, define y enumera sus objetivos: “Disminuir la moral y la eficiencia del enemigo, sostener la moral de la propia tropa, contrarrestar la propaganda enemiga, motivar la colaboración de neutrales a indiferentes. Y cuando digo sostener la moral de la propia tropa, digo que había acciones para convencer de que lo que se estaba haciendo era para salvar a la Patria pero también para convencer que no se debía saber más, que no había que preguntar: es una orden y como tal, se acata”.
Y al igual que ocurre con otras acciones, las psicológicas se planificaban en distintos niveles: “el estratégico nacional, que tendrá que ver con la Central Nacional de Inteligencia (CNI); el estratégico militar, que tendrá que ver con los jefes de Inteligencia; el operacional, que tendrá que ver con el 601; y el táctico que, en este caso, tendrá que ver con Institutos Militares”.
Como ejemplo, Segado recuerda que en 2013 el Ministro de Defensa Agustín Rossi solicitó a las unidades militares que buscaran documentación de la dictadura que estuviera en lugares de guardas no habituales. “Dentro de lo que se encontró, lo sorprendente fue que en la Embajada de Pretoria, en Sudáfrica, el agregado militar naval nos envió material fílmico, latas y este libro”, dice Segado y muestra la tapa azul con una bandera argentina del ejemplar de “El terrorismo en Argentina”. Ese material era parte de la campaña que la dictadura había realizado por la visita al país de la CIDH (Comisión Interamericana de Derechos Humanos). “La Armada había planificado una campaña con la Agencia Burson-Marsteller que incluía estos libros y películas”.
Segado también muestra la publicación de un recorte de diario con la noticia titulada “Subversiva argentina fue hallada muerta en Madrid”, sobre el hallazgo del cuerpo en esa ciudad de España de Noemí Gianetti de Molfino, secuestrada en Perú. Lo curioso es que la nota, que busca instalar una falsa noticia, lleva la firma de “Saporiti, especial”. Saporiti fue la primera agencia de noticias del país, pero su dueño la vendió al Ejército y desde 1970 fue controlada por la SIDE. “Esta noticia muestra cómo a través de los medios y de sus agencias llevaban a la práctica, también, las acciones psicológicas”.
La estructura del Batallón de Inteligencia 601 del Ejército. |
Villalón y Kelly
En dos ocasiones ya se recurrió al cuarto intermedio. Si bien cortos, consiguen el efecto deseado para un mínimo descanso, tanto para quienes están en la sala como para aquellas personas que están en la sala virtual. Las partes se muestran activas, preguntando, aún con el notorio cansancio por una jornada larga. Preguntan los jueces, también los abogados defensores; nunca deja de preguntar Sosti. La distancia parece complicar las consultas de Ciro Annicchiarico, de la Secretaría de Derechos Humanos; Pablo Llonto, abogado de la querella mayoritaria; Rafael Flores, por el caso de Guadix; y Yanina Michelena, por la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Provincia de Buenos Aires; incluso sólo hace una pregunta la jueza Morguese Martín. Parece que ya queda poco y nada por mostrar, apenas algunos datos para emprolijar a través de repreguntas. Sin embargo, Stella Segado muestra un telegrama. Y ese documento no pasa desapercibido. Lo escribió Guillermo Patricio Kelly. Estaba dirigido a Héctor Villalón, un reconocido personaje de aquellos años. “Villalón era un traficante de armas que se hizo famoso por el secuestro del dueño de FIAT en Francia, en un castillo que un conde le había prestado mientras estaba de vacaciones”, cuenta Segado en referencia al secuestro de Luchino Revelli-Beaumont.
El telegrama que le envió Kelly a Villalón en agradecimiento por la entrega de información sobre integrantes de Montoneros. |
Villalón tenía llegada directa a múltiples poderes mundiales. En un perfil trazado por el sitio Pájaro Rojo, se le atribuye línea directa con Fidel Castro. También como negociador de la toma de rehenes de la embajada de Estados Unidos en Irán, o incluso con llegada a Perón durante el exilio en la Madrid franquista. “Siempre hizo esto, el tráfico y venta de armas. Y Kelly fue un personaje también bastante conocido. Supongo que debe haber sido personal de SIDE”, dice respecto a quien durante el retorno de la democracia desfilaba por el programa de Bernardo Neustadt o por los almuerzos de Mirtha Legrand, como periodista o a veces simplemente como un opinador serial. En ese telegrama, que publicamos en esta nota, Kelly le agradece a Villalón su colaboración en una evidente entrega de información. “Es un documento que estaba dentro de la documentación de una embajada, por decirlo de algún modo. Ese es un telegrama del 5 de octubre de 1979. Dice la dirección de Villalón en Francia. En respuesta a su memo -dice memo no carta, aclara Segado-, consideramos valiosa tu información sobre Castillo, Croatto, Chela, Rossi. Y lo más importante, la exactitud en el punto de entrada de Mendizábal. Bien sabe que no soy el punto final favorable para solución de su pasaporte. Creo debe terminar lo prometido sobre Bue y Madrid. Hacerlo por la vía empleada últimamente. Suerte, que la va a necesitar”, lee la testigo. Cuando Sosti la consulta acerca de la aclaración acerca de que se refieren a un memo, aclara: “A mí me llama la atención porque memo es un documento que se usa a modo administrativo”. Con rapidez, Segado interpreta lo que se lee. “Es a muy pocos días del hecho de Croatto y Mendizábal. Sabemos que Castillo era Guadix. Que Chela era Silvia Tolchinsky y que Rossi era Pereyra Rossi. Cuando encontré este documento lo pensé mucho, porque para esa fecha (el hecho en el que son secuestrados) Croatto y Mendizábal ya había ocurrido. Eso que dice: ‘la exactitud del punto de entrada de Mendizábal’ no se refiere a la entrada al país, porque ya había pasado mucho tiempo desde la entrada suya en marzo, sino que se refiere a por dónde le entraron”, sugiere. El defensor Corigliano le consulta si pudieron determinar la relación entre Villalón y Montoneros, pero Segado dice que no. Lo que queda en evidencia, en todo caso, es la relación de Villalón con los servicios de inteligencia, a los que la testigo, en el largo recorrido de esta jornada, ha contribuido a desnudar y, sobre todo, a entender su organización y alcance, para que el Tribunal, finalmente, pueda atribuir la responsabilidad que tienen en esta causa.
La jornada termina. Regresó el juicio. De la manera menos esperada. De la manera en que se pudo. 40 años después de los hechos, la distancia física no parece ser un escollo infranqueable para aquellas personas que llevan décadas esperando este momento de justicia.
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