Su ausencia se hizo notoria en la reanudación del juicio tras la feria judicial. Jorge Norberto Apa, el único imputado que ya tiene una condena anterior, fue operado por un tumor en la zona abdominal. En la certificación, su abogado Hernán Corigliano acompañó la presentación con fotos del abdomen de Apa suturado y hasta del mismísimo tumor, lo que no es habitual y generó molestias por lo innecesarias. El informe médico también denota que tuvo Covid-19 en noviembre pasado. El 15 de ese mes, el imputado amplió su indagatoria y respondió preguntas de todas la partes. Discutió la cifra de los 30 mil y se desentendió de cualquier delito. Mostró libros propios y también algunos de Montoneros, secuestrados durante los operativos. (Por El Diario del Juicio*)
✍️ Texto 👉 Paulo Giacobbe
💻 Edición 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles
💻 Edición 👉 Fernando Tebele/Martina Noailles
📷 Fotos 👉 Capturas de pantalla de la transmisión en vivo de La Retaguardia
—La declaración indagatoria es el eje central del esquema de defensa. Con lo cual es la oportunidad que tiene usted para explicar aquellas cuestiones que crea conveniente en relación a los hechos que se le imputan. Esta situación constitucionalmente le plantea la posibilidad de que usted no está obligado a decir la verdad. Si responde preguntas puede omitir responder la pregunta, puede decir “no contesto”. Y nada de ello hace presumir cuestión alguna en su contra. Puede ser asistido por un abogado, como está, ya lo veo con el Doctor Corigliano al lado suyo. Si usted llegara a responder preguntas, cuando haya una pregunta directa no puede consultarlo al Doctor Corigliano sino que debe responder o no responder, ¿Está claro? —pregunta el presidente del Tribunal al comienzo de la jornada.
—Está claro —contesta el represor Jorge Norberto Apa, quien ingresó a la sala virtual en una habitación con luces estratégicamente dispuestas para iluminar un pizarrón blanco a su espalda. El efecto lumínico proyecta sombras sobre su cara y hombros. Los anteojos rectangulares que tiene puestos para leer parecen de sol y le ocultan parte del rostro, dejando, por momentos, percibir su mirada. Peinado a la gomina y de camisa azul. Todo es sombra y oscuridad en ese cuarto donde Apa dice tener claro el derecho constitucional que fue negado sistemáticamente a las víctimas del Terrorismo de Estado.
Reproche
—Yo hace seis años que estoy detenido en mi domicilio sin ninguna causa que amerite tal situación —comenzó diciendo Norberto Apa, quien goza del beneficio de la prisión domiciliaria y fue condenado a prisión perpetua por el secuestro y asesinato de Ana María Martínez, militante del Partido Socialista de los Trabajadores—. Por lo tanto voy a empezar diciendo cuál es el reproche y dice que es haber arbitrado los medios necesarios para reunir información relativa a presuntos grupos u organizaciones subversivas, procesarla, proporcionarla y difundirla a sus superiores y subalternos para la ejecución del plan de represión implementado por el entonces gobierno militar, puntualmente en este caso, para actuar en lo que se denominó la contraofensiva montonera entre los años 1979 y 1980. Ese es el reproche —lee el represor, mira a su abogado y se para. La cámara deja de captar su ensombrecido rostro. Son veinte segundos de incertidumbre entre los concurrentes.
—No, es que tenía los papeles… porque cambiamos de lugar… —explica entonces Apa y no se sabe que está haciendo— Dios mío… pero che… —busca algo, una hoja, un documento, podría ser cualquier cosa, no queda claro si lo encuentra y se sienta. Consulta a su abogado en un murmullo. Se vuelve a parar y con lo que parece una antena de radio portátil va señalando y explicando el cuadro sinóptico de la organización represiva que incluye un pequeño mapa de Argentina dividido en zonas de distinto color, dibujado en la pizarra.
“Arriba están las cinco zonas…”, señala el militar y nombra al Batallón 601 y el despliegue del Ejército hasta llegar a su división que, dice, se llamaba “situación subversiva” y luego “situación subversiva terrorista”, pero anteriormente se había llamado “división mediano plazo” porque había una que se llamaba corto plazo. “En esta división el último lugar donde está la situación subversiva, en el último escalón estaba yo, acá, en la situación subversiva. Todo esto tenía como misión asesorar y asistir al comandante por medio del estado mayor, en este caso también por medio del J II,” intenta despegarse Apa y distingue “dos elementos de distinta naturaleza: el Estado Mayor era para asesorar y asistir y el Batallón 601, que era el mayor elemento para hacer reunión de información”.
La primera pregunta de la jornada llegará pronto y será realizada por el abogado querellante Pablo Llonto:
—¿De dónde sacó este gráfico?
—Este gráfico está en toda la documentación del caso, creo que usted lo debería conocer —es la respuesta del imputado Norberto Apa.
—Pero la marca del punto negro que usted puso abajo, ¿quién la puso?
—La puse yo para significar donde estaba.
—¿Y el otro punto?
—¿Cuál otro punto? Este es el único punto que hay, que significa que yo estaba destinado en esta División, que es la última división del Estado Mayor en la parte de Inteligencia. —contesta Apa, tratando de disimular al otro punto.
—Yo veo otro punto, pero puede ser porque la imagen se ve difusa —insiste Llonto.
—Usted ve otro punto acá. Este dice que en el año 79 yo era Auxiliar en esta División y en el año 80 era Jefe. Y le digo esto porque hay un error en todo el sumario que dice que yo en el año 79 y 80 era el efe.
—Por eso, usted hizo dos agregados al menos a ese gráfico.
—Aclaraciones, no agregados, aclaraciones —se le ocurre contestar al represor luego de un silencio prolongado.
Jorge Norberto Apa observará “un enorme y profundo desconocimiento por parte de la fiscalía respecto de la estructura militar”. Va a decir que las víctimas no fueron integrantes de “presuntos” grupos u organizaciones subversivas porque “nada tenían de presuntos”, que fueron declarados ilegales y sediciosos por gobiernos constitucionales. Dirá que su División, llamada Situación Subversiva Terrorista, no poseía ningún medio de reunión de información, no emitía órdenes de reunión de información, no hacía requerimientos de datos personales ni generales, ni tampoco tenía los medios. Asegurará que la información que tenían era folletos, libros, diarios y revistas “del oponente” y otros documentos oficiales que les emitía el Cuerpo del Ejército, el Comando de Institutos Militares y el Batallón de Inteligencia 601, “odos con el objeto de deducir mediante su análisis la doctrina de las organizaciones armadas ilegales, sus capacidades y vulnerabilidades”, para conocimiento del Jefe Mayor del Ejército, va a explicar el imputado, que además ignora a los miembros del Batallón 601.
Citará el libro de Ceferino Reato, que contiene una entrevista al genocida Jorge Rafael Videla, para justificar los crímenes bajo el supuestode la obediencia debida. “Éramos receptores de la información pertinente a nuestro nivel y no difundíamos información porque no la teníamos”, fue una de las frases sobresalientes de Apa en su repetitiva oratoria de esta audiencia, en la que básicamente rechazó las acusaciones por considerarlas inexactas y absurdas.
Pero Norberto Apa aceptó preguntas. Eso fue lo que sucedió después de un cuarto intermedio y de reiteradas interrupciones en la conexión de internet que hasta ese momento había funcionado… bien. Después de una de esas interrupciones, el Presidente del tribunal propuso salir de la sala virtual, volver a entrar y que el genocida se conecte también por el celular para que se lo pueda escuchar de corrido. Hernán Corigliano le dijo a su defendido que deberían enchufar el celular a la batería. En eso acertó, no lo sabía, pero faltaban más de tres horas de preguntas. Fue al realizar ese cambio que modificaron la iluminación y se les pudo ver la cara con más detalle, muy de cerca en alguna oportunidad.
Apa, el escritor
El Presidente del tribunal quiso saber qué tipo de información recibían en la División. Apa evadió la pregunta de distintas maneras, llegando a decir: “La información que recibíamos era la que bajaba el Jefe II de Inteligencia que creía era pertinente para la División nuestra”. Rodríguez Eggers le había leído documentación donde quedaba claro que el Ejército estaba enterado de la Contraofensiva de Montoneros.
Apa dijo que “en principio” no sabía de la existencia de “lugares de detención”, pero que era público. “No llamaban ellos lugares de detención, ellos llamaban centro clandestinos, etc… Lugares de detención es la denominación que tienen los reglamentos nuestros y que evidentemente habían, lo que no sé es dónde estaban”. Apa también sabía que en esa época había desaparecidos, “porque era público debido a la acción especialmente de las Madres de Plaza de Mayo, entre otros. Y las denuncias que había en la Justicia. Pero no conocía en absoluto dónde estaban, cómo estaban y qué pasó con ellos”, declaró Apa sobre el destino de las personas secuestradas y desaparecidas.
“Al gran fraude argentino ¡salud! El paroxismo de la mentira”, es el título del libro que escribió Norberto Apa en 2014. En la página web del libro se puede leer: “Revelador informe documentado que da por tierra definitivamente la teoría sobre los 30 mil desaparecidos y otros engaños del falso relato”. Asegura en ese sitio la existencia de diez documentos “donde se comprueba la historia completa del conflicto armado de los años 70”. El documento “revelador” Nº2 es: “Anexo 1 del informe de la CONADEP (NM) de 1984 completado con la información obtenida de otros libros y de Google”. Así dice, de Google...
Los documentos 4 y 5: “Presuntas víctimas femeninas y masculinas del Anexo 1 del Nunca Más de 1984 cuyo documento difiere con el padrón electoral”. Ocho de los diez documentos refieren al Nunca Más del año 1984.
Norberto Apa va a explicar en este juicio que la cifra de 30 mil desaparecidos fue un invento “para conseguir una cantidad de dinero suficiente” de Holanda.
—¿De dónde sacó información o cómo accedió al libro Montoneros, el camino de la liberación? ¿Cómo tuvo en sus manos ese libro para escribir sobre ese libro en el libro suyo? —quiso saber la fiscal, Gabriela Sosti.
—Ese libro fue hecho en diciembre del año 1979. Esos libros fueron encontrados en procedimientos o allanamientos en esa fecha y llevados en cantidad a la jefatura y nos repartieron a aquellos que estábamos interesados en leerlo y quedó guardado acá el libro —cuenta Apa.
—¿Tuvo en sus manos ese libro mientras trabajaba en la Jefatura II?
—Sí, pero no porque me lo entregaran por el canal de la Jefatura, sino porque trajeron un canasto de libros y los repartieron a quienes lo quisieran. No sé de dónde lo sacaron tampoco —dice Apa y no puede recordar quién llevó el canasto.
“Los 30 mil desaparecidos es un número mentiroso porque incluso en el libro mío no llegan a 8.000”, tuvo la oportunidad de repetir Apa cuando Llonto preguntó por ambos libros: “ese número lo sacaron y lo pusieron nada más que para recibir ayuda pecuniaria de Holanda y así habrán hecho con otros países, Francia, etcétera, y eso lo cuenta (Luis) Labraña que dijo cuánto y por qué lo pidieron, así que no fue un invento mío”.
—¿Y usted verificó la cantidad de desaparecidos o lo único que sabe lo sabe por Labraña?
—No, por supuesto, no lo sé yo cuántos son, pero lo que sí sé es que no son 30 mil y que Labraña dijo lo que había pasado. Yo para hacer ese libro leí treinta o cuarenta libros, entre ellos el Nunca Más con los números de desaparecidos uno por uno, inclusive con los niños desaparecidos.
—¿Entonces usted ha revisado el listado de desaparecidos?
—El listado del Nunca Más sí, por supuesto —se entusiasmó Apa en su negacionismo—. Y otra información que por ahí ha salido en algunas otras revistas serias. Con nombre y apellido.
—¿Recuerda los desaparecidos de los años 79 y 80? —quiso saber Pablo Llonto.
—No, no recuerdo nada, doctor, tengo 85 años y bastantes problemas de memoria actualmente —se desmemorió Apa, de pronto, dejando en la sala virtual el interrogante de por qué tenía ese libro de Montoneros y lo exhibía como si se tratase de un trofeo.
Su trabajo
El represor Norberto Apa le había dicho a la Fiscal Gabriela Sosti que apenas eran cuatro oficiales realizando los informes de la situación subversiva en su División y un Jefe. Las fuentes de la información eran las publicaciones “del oponente” u otra información pública: “A raíz de los hechos que ellos cometían y que eran difundidos por los diarios, como pueden ser asesinatos, explosivos, etc… toda esa información servía para ir analizando y garantizar la seguridad de todo el país”. Curioso, se nutrían de las publicaciones de los diarios, que en su gran mayoría se limitaban a reproducir los partes militares. Un moebius.
Le va a costar a Apa recordar el Anexo de Inteligencia de la directiva 604: “no sé, no recuerdo qué decía”. Pese a que no tenía tareas operativas, en octubre de 1979 tuvo que hacer una comisión de servicio en Paso de los Libres: “era una comisión para hacer un reconocimiento en la zona de ríos y arroyos que el colegio militar iba a hacer maniobras, entonces salió una comisión que fui designado yo”, fue la respuesta y no pudo recordar quién lo acompañó a ver el terreno y los ríos. Sobre sus tareas en Bolivia como agregado militar le dijo a la fiscal que se limitó a realizar tareas protocolares y relaciones públicas.
Llonto le preguntó por su legajo, ya que el represor aseguraba que era incorrecto; si en ningún momento previo al juicio había visto que decía otra cosa. Y no, no vio. En cuanto a los nombres de los cuatro oficiales que tenía a su cargo cuando era jefe dará una respuesta de manual de inteligencia: “no me acuerdo ni la cara, tengo 85 años y han pasado tantos años que no recuerdo. El único que me acuerdo era un compañero que falleció”.
No supo decir si la Jefatura de Inteligencia elaboraba un álbum de fotografías de los que consideraban subversivos, pero se lo imaginó cuando Llonto se lo preguntó, “como ocurre a veces con los que cometen crímenes o robos, etc… supongo que en la comisaría está”. Tampoco recordó si alguna vez recibió organigramas de Montoneros: “Realmente no sé, no recuerdo, han pasado 40 años”.
—Sí. Sí. Lo tenemos más claro nosotros que usted —le contestó certero Llonto. Apa replicó algo por lo bajo que no se entendió.
Interrogadores
“El interrogador es un elemento constitutivo de los elementos de reunión. Los elementos de reunión tienen dos formas de obtener la información: infiltrarse o, cuando toman prisioneros, interrogarlos”, dijo muy tranquilamente Apa, aclarando que no sabía si había interrogadores en la estructura del ejército durante los años 1979 y 1980. En ese orden, negará haber tenido nombre de cobertura, dirá Apa que su nombre de cobertura era Apa. Pese a hacer informes periódicos, no se acordó del contenido de ningún informe y calculó que fueron todos destruidos.
A fines de 1980 el represor, a su pedido, estuvo destinado en el destacamento de Campo de Mayo. No encontró ninguna documentación del destacamento. “Lo único que encontré eran los reglamentos y los libros normales que utiliza una unidad, de los procedimientos normales”. Llonto quiso saber si tampoco le preguntó al personal de ese momento por las acciones de los años anteriores. Y no, no preguntó, “porque soy suficientemente inteligente para darme cuenta que nadie iba a hablar de cosas que no eran legales”.
—¿Nos podría decir cuáles podrían haber sido esas cosas no legales?
—Puede haber sido secuestros de personas, como fueron. Pueden haber sido interrogatorios, no sé. Le estoy diciendo en forma arbitraria, acuérdese que en Inteligencia se informa solamente al que tiene necesidad de saber, por eso la documentación va como estrictamente secreta y confidencial.
Llonto le preguntó también por los vuelos de la muerte de Campo de Mayo, pero Apa se enteró de eso por los elementos normales de información pública y por las denuncias. Así y todo tirará un nuevo dardo negacionista: “No había siquiera un aeródromo cerca del destacamento como para saber si salían aviones o no, nunca supe… bah, lo supe a posteriori”. Sobre el destino de los desaparecidos dirá que algunos fueron liberados y que otros no, “porque he visto que algunos fueron presos y después los liberaron y que después anduvieron diciendo… y algunos están de funcionarios”.
Paso de Los Libres
Rafael Flores, abogado querellante de la familia de Gervasio Martín Guadix, preguntó cuál fue la información que la Inteligencia militar tenía sobre un “supuesto suicido acaecido en el Puente Internacional de Paso de los Libres el 5 de agosto de 1980”. Fue infructuoso. La respuesta confusa del represor fue: “Ninguna información de Inteligencia. En los medios públicos salió el hecho de que un individuo, creo que era así, porque ha pasado mucho tiempo. Que se ha envenenado ahí. Posteriormente, muchos años después, me enteré que habían denunciado que no se había envenenado él, que no sé qué era, una operación para llevarlo preso, no me acuerdo. Pero lo concreto es que salió en los medios públicos”. En este juicio quedará seguramente probado a través de la sentencia que el episodio del puente fue fraguado. Que no era Guadix, que ya estaba secuestrado.
Algo de certeza
Después de un intercambio de preguntas, la jueza María Claudia Morgese Martín le dijo a Norberto Apa que quería escuchar algo de certezas en sus palabras.
—¿Tenían documentación que no sabe de dónde provenía? Y en tal caso, ¿qué veracidad le daba usted? ¿Qué valor le daba usted si no sabía de dónde provenía?
—Por el contenido era evidente cuál era el origen. Era evidente que era un allanamiento porque nadie iba a ir a entregarla. Eso servía como un elemento más de información que podía tener valor o no tener valor.
—Era evidente dice. ¿Qué documentación era evidente que provenía de un allanamiento?
—Porque decían que era de un allanamiento.
—Entonces usted no lo suponía, ¿dónde decía que era de un allanamiento?
—Nosotros estábamos en el nivel más bajo —aprovechó Apa, acorralado, para nuevamente contestar de manual—. Así que cuando nos daban algo nos decían, para que tengamos una referencia. De un allanamiento, no sabemos si hubo muertos, si no hubo, si hubo detenidos, si se escaparon y dejaron toda la documentación, porque eso era normal. No se llevaban la documentación mientras escapaban, quedaban muchas cosas en el edificio o en el lugar. Inclusive había imprentas, no sé si recuerda. Había imprentas, donde se tomaban las imprentas o moría alguno de un lado o de otro y aparecían cantidad de revistas que estaban haciendo en la imprenta.
En ese momento, pareciera que el represor está rememorando el ataque a la casa Mariani-Teruggi en La Plata, donde funcionó una imprenta clandestina de Montoneros y, en un operativo conjunto del Ejército y la Policía Bonaerense, fueron asesinadas todas las personas que estaban en la casa y fue apropiada la beba de tres meses, Clara Anahí. Su abuela Chicha Mariani, una de lasfundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo, murió sin poder volver a abrazarla. Los hechos ocurrieron en 1976 y Apa no aclara de cuáles imprentas habla. El ataque a la casa duró aproximadamente cuatro horas y en los diarios salió la versión de la División de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Seguramente así se enteró Norberto Apa. La revista Evita Montonera se publicó de manera clandestina hasta el año 1979.
Sobre el cierre de las preguntas que realizó la jueza, Apa narró que después de un procedimiento no le llegaba toda la documentación, como por ejemplo agendas. Solo le llegaba la parte que podía servirle a su División “desde el punto de vista intelectual, para sacar conclusiones, para ver procedimientos, etc... nada más”. La jueza concluyó preguntando si nunca había recibido ningún nombre, militancia, informaciones personales. Y no, nunca, no...
Sosti quiso profundizar en el tema. No fue posible, el trabajo que Norberto Apa realizaba queda bajo un manto de sombras. El interrogatorio continúa y se cambia de tema. Ahora se habla de los interrogatorios durante el Terrorismo de Estado y entonces ocurre que Apa reconoce los crímenes y la ilegalidad de esos interrogatorios: “no eran públicos, no tenían los recaudos que deben tener bajo la ley, era un interrogatorio de combate. Es como los desaparecidos. No debieron haber desaparecidos, pero han habido desaparecidos porque se tomó esa determinación”. Lógicamente, asegura no haber tenido a su cargo ni interrogadores ni interrogados.
La estrategia defensiva quedará al descubierto en la introducción de una pregunta del abogado defensor del resto de los imputados, Lisandro Sevillano: “A mí me quedó bastante claro acerca de que la Jefatura II de Inteligencia no tenía los medios para reunir información sino que era una tarea más de análisis”.
De este modo, Norberto Apa, ex Jefe de la División de Inteligencia “subversiva terrorista”, dependiente del Departamento Interior de la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército, se camufla como intelectual, analista, y se dibuja sentado en lo que considera un escalón bajo del genocidio. Apa, que reconoce los crímenes de lesa humanidad, pretende ser considerado ajeno al andamiaje del Terrorismo de Estado.
*Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com
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