Apenas terminada la lectura del veredicto, en plena emoción, La Retaguardia organizó un momento para que quienes no habían podido ir a la audiencia expresaran sus primeras sensaciones y se encontraran con quienes sí habían estado allí en representación del resto. Desde Brasil, México, Posadas, Córdoba o Buenos Aires, las voces se entremezclaron para poner en palabras el desborde de alegrías, tristezas y recuerdos. (Por El Diario del Juicio*)
*Este diario del juicio por la represión a quienes participaron de la Contraofensiva de Montoneros, es una herramienta de difusión llevada adelante por integrantes de La Retaguardia, medio alternativo, comunitario y popular, junto a comunicadores independientes. Tiene la finalidad de difundir esta instancia de justicia que tanto ha costado conseguir. Agradecemos todo tipo de difusión y reenvío, de modo totalmente libre, citando la fuente. Seguinos diariamente en https://juiciocontraofensiva.blogspot.com
✍️ Redacción: Diego Adur Fotos:
📷 Gustavo Molfino/El Diario del Juicio
💻 Edición: Fernando Tebele
📺 Cobertura en juicio: Martina Noailles/Fernando Tebele
📷 Foto de Portada: Ademàs de las personas autorizadas por el tribunal para ingresar a ala sala presencial de audiencias, un grupo la siguió en lo que siempre fue la cochera del lugar. (Gustavo Molfino/El Diario del Juicio)
El presidente del TOF Nº4 de San Martín, Esteban Rodríguez Eggers, lee el veredicto. Lo acompañan Matías Mancini y María Claudia Morgese Martín. Gustavo Molfino/El Diario del Juicio |
El veredicto ya está consumado: el Tribunal Oral Federal N°4 de San Martín acaba de leer las condenas a prisión perpetua para los 5 imputados que llegaron al final del juicio: Marcelo Cinto Courtaux, Jorge Bano, Eduardo Ascheri, Luis Firpo y Roberto Dambrosi. Queda en suspenso por un máximo de diez días la de Jorge Apa. También se escuchó la orden de la revocatoria de las prisiones domiciliarias y el traslado a cárcel común, previa revisión del estado de salud de los genocidas. Además, se ordenó suspender todo tipo de pensiones y jubilaciones que los condenados podrían estar recibiendo y se pidió sus exoneraciones; es decir, que se los expulse de la fuerza. Aunque suenen lógicos, estos dos últimos puntos no son habituales.
La sala principal, habitualmente colmada de público, esta vez con asistencia limitada. Gustavo Molfino/El Diario del Juicio |
La alegría estalla en las calles de San Martín y en cada ventanita del Zoom que La Retaguardia preparó para ese después tan esperado, al que se suman sobrevivientes de la represión a la Contraofensiva Montera, familiares, hijos e hijas de las víctimas. La emoción es desbordante. El calificativo histórico se repite en cada una de las palabras que expresan los y las protagonistas de este juicio.
Desde la virtualidad, y también desde la lejanía territorial, porque está viviendo temporalmente en México, Ana Montoto Raverta se acerca y dice: “Me explota el pecho. Se comprobó todo lo que queríamos comprobar. Estoy feliz”. Ana Testa, sobreviviente de la ESMA que dio testimonio por su compañero Juan Carlos Silva, agradece la participación colectiva que hubo durante el desarrollo de todo el juicio, pero resalta la de los y las hijas de las víctimas: “La sentencia es este pedacito de un trabajo inconmensurable, el aporte de cada grupo familiar. Todos pedacitos que se iban hilvanando. Quiero hacer un reconocimiento especial a los hijos, hijas e hijes que son quienes realmente se pusieron esta causa en la espalda y trotaron con ella contra viento y marea. Se notó mucho. Esta generación de los hijos vino a correr los estigmas de lugar que en el juicio quedan muy marcados. Hubo un giro importante en eso. Se nos alinearon los planetas”, celebra.
Ya en el después, siguiendo la transmisión de La Retaguardia desde la cochera de la sala de Tribunales de San Martín, mientras habla Ana Montoto Raverta. Gustavo Molfino/El Diario del Juicio |
Entre esas hijas que menciona Testa, por ejemplo, está María José Luján Mazzuchelli. Su padre, Jesús María Luján, y su compañera Marta Franzosi, fueron casos en este juicio: “Es un día histórico. Nos tocó una fiscal excelente y unos abogados excelentes. El Tribunal estuvo a la altura de las circunstancias. Más que nada estaba esperando la condena de (Marcelo Cinto) Courtaux, porque es un ejemplar joven respecto a otros militares, y fue muy importante que se lo condenara”, festeja.
Nora Patrich, una de las sobrevivientes que declaró en el juicio, dice que lo que sucedió fue “importantísimo a nivel mundial. Nunca Más es Nunca Más”, y destacó el papel de hijas e hijos de genocidas. Pablo Verna, uno de ellos, también presente en el después, fue testigo en el juicio y también asoma en una de las ventanas de ese gran edificio dr justicia construido durante años. Desde Córdoba, la hermana de Ángela Salamone, Ana, insiste en que estas condenas van a transcender en el tiempo: “Hay importancia histórica, más allá de todo lo que nos mueve como familiares y víctimas. Después del Juicio a las Juntas es el más importante de nuestra historia; Dejar en evidencia el aparato de Inteligencia, que no fue casual, fue calculado, fue un plan sistemático. Debe haber otros juicios para profundizar esta situación. Es absolutamente democratizante este acto. Cuando se dice Nunca Más no es solo un enunciado. Estos genocidas tienen que tener estas condenas, perpetuas y a cárcel común. El enemigo es muy fuerte y siempre va a estar al acecho”, avisa.
Hugo Guangiroli es el papá de Mariana, otra de las 94 víctimas de la represión a la Contraofensiva Montonera por las que se realizó este debate histórico. Desde Brasil, indica la importancia de resistir dignamente: “Estoy enormemente gratificado con este juicio y por esta condena. Se recuperaron cosas políticas y de la historia argentina, pero fundamentalmente la dignidad de nuestros hijos y de sus compañeros. La dignidad no es solamente un atributo. Pertenece al sujeto y a la identidad de cada uno. Somos los únicos bichos de la fauna que somos capaces de morir por nuestros deseos. Se recuperó esa dignidad, tan importante y valiosa que nuestros hijos llevaban. Lamentablemente los perdimos”, expresa citando a Kant.
Para quienes están lejos del país también es un momento muy especial. Victoria del Monte, la hija de Mariana Guangiroli, también reside en Brasil, donde su abuelo la crió después de retirarla de la guardería de La Habana. Ella destaca la labor mancomunada para llevar adelante este juicio y lograr una sentencia tan ejemplificadora: “Lo que se pudo hacer se hizo. Yo salí del país en el '76. Estoy lejos. Esto viene a sanar un hueco que nos dejaron. Quiero agradecer a todas las personas que hicieron esto posible. Estamos escribiendo la historia gracias al esfuerzo de ellos. Tenemos la oportunidad de continuarla”, augura y es interrumpida por su hijo Tao: “Por suerte el mentiroso fue preso”, festeja el niño. Tao escuchó las últimas palabras en la mañana y se dio cuenta de que Ascheri mentía cuando las pronunciaba. “Para mí es muy importante que mi hijo vea que los asesinos de sus abuelos están presos”, define Victoria.
Virginia Croatto abraza a Florencia Tajes Albani, hermana de Daniel Crosta Albani. Dos pilares de la causa judicial. Gustavo Molfino/El Diario del Juicio |
La transmisión se vuelve ruidosa. Son los gritos que llegan de la panadería reformulada en bar de la esquina del Tribunal. Allí permanecen reunidos familiares, compañeros, compañeras y algunas de las partes del juicio. Virginia Croatto oficia de movilera. Muestra la mesa repleta de personas celebrando el desenlace de un juicio realmente histórico: “No imaginaba esta condena. Más allá de cuál fuera el veredicto, como familiares nos sentimos muy respetados y cuidados. Fue un juicio donde se nos respetó. No esperábamos semejante condena. Fruto de todos nosotros, de la Fiscal y los abogados. También de unos jueces que fueron muy justos. Fue muy emocionante ver a todos los compañeros juntos”, se alegra. Los auriculares pasan a María Monserrat Suárez Amieva, hija de Julio Suárez, quien fuera asesinado con una metodología similar a los vuelos de la muerte, pero con un auto empujado al río.
Susana Brardinelli, sobreviviente y esposa de Armando Croatto, en primer plano. A su lado María Monserrat Suárez Amieva, la hija de Julio Suárez. Gustavo Molfino/El Diario del Juicio |
Esa historia fue corroborada por Pablo Verna en su declaración en este juicio. Su progenitor, Julio Verna, confesó en el seno familiar haberlos adormecido antes de la perversa maniobra letal. María cuenta que con el juicio, de alguna manera, se agrandó su familia: “Tuve la oportunidad de estar adentro de la sala. Nuestra emoción estuvo contenida hasta que salimos y pudimos abrazarnos. Es un hito para nuestra historia. A mí en lo personal me ayuda a reafirmar nuestra identidad. Esto del derecho a la resistencia ayuda a reafirmar la identidad. Nos dio la posibilidad de volver a ver nuestra historia desde otro lugar. Siento que tengo una familia extendida que conocí a partir de este juicio”. De fondo, queda claro que es tiempo de brindar y seguir cantando.
En la sala contigua también hubo familiares siguiendo el veredicto. Gustavo Molfino/El Diario del Juicio |
Pablo Verna está escuchándola desde la virtualidad, y agradece por “esta inmensa construcción de Memoria, Verdad y Justicia”. También reconoce el trabajo de nuestro colectivo y celebra la posibilidad de que su testimonio haya sido tomado en cuenta: “La Retaguardia también está haciendo historia en lo que es la difusión y publicidad de estos juicios; La pelea jurídica de Sosti, de Llonto, de Ciro (Annicchiarico), para que yo pudiera declarar... Esto fue una oportunidad de que los hijos e hijas pudiéramos hacer conciencia y pudiera poner mi verdad en este juicio. La grandeza de ustedes de escucharnos y recibirnos de manera tan afectuosa”, le habla al resto de las ventanitas que participan de la transmisión. Analía Kalinec, otra integrante de Historias Desobedientes, también pide hablar. No se quiere quedar afuera. Y resalta del fallo que ordena al Ministerio de Defensa que exonere a los genocidas y se les quiten las pensiones que muchos de los condenados siguen recibiendo: “Me siento honrada de poder participar de este día histórico. Sentir que tangencialmente pude ser parte de este recorrido. Además de la cárcel común y efectiva, se hizo mención a las exoneraciones. Mi padre no fue exonerado, sigue cobrando su salario como Policía Federal. Hay muchos genocidas que siguen impunes. Hay mucho por hacer. Aunque sea tarde, la justicia llega”, asegura la hija desobediente de Eduardo Kalinec.
Pablo Llonto, abogado de la querella mayoritaria, desbordado de emoción apenas culminada la audciencia. Gustavo Molfino/El Diario del Juicio |
Ahora toma la palabra Victor Hugo “Beto” Díaz, uno de los sobrevivientes que declaró en las primeras jornadas del juicio, cuando este final ni siquiera podía vislumbrarse. Beto remarca la importancia de ser escuchados y escuchadas ante un Tribunal y la particularidad que este juicio no trató sobre un centro clandestino específico sino que refiere a una acción puntual de la militancia montonera: “Estamos muy felices. Quiero agradecer a todos; a la transmisión de ustedes, impecable y necesaria. Quién iba a decir que después de 40 años se escuchó nuestra voz. Antes del juicio, nuestra voz nunca se había escuchado, la voz de los protagonistas, la voz de los familiares, la voz de los hijos. Estuvieron a la altura de las circunstancias. Con esa vitalidad que tienen los jóvenes, llevaron esto adelante. Los familiares reivindicaron la lucha y el proyecto revolucionario por el cual luchábamos. Se juzgaba aquí una maniobra táctica, una organización y un determinado momento. Eso le da una singularidad a este juicio. En este juicio sentí que estaba la organización viva, a través de los hijos y familiares. Ganamos el relato. Eso es lo más importante. Es posible seguir luchando para cambiar las cosas”, afirma convencido.
La auxiliar fiscal, Gabriela Sosti, choca sus puños con Croatto. Gustavo Molfino/El Diario del juicio |
En el mismo sentido, Eduardo “Edy” Binstock, también sobreviviente y compañero de la desaparecida Mónica Pinus, quiere reivindicar la resistencia de una agrupación política en el marco de un genocidio: “Es contradictorio el sentimiento, pero finalmente es un sentimiento de alegría. Quería reivindicar los alegatos de Gabriela Sosti y Pablo Llonto. A diferencia de lo que viene sucediendo en otros juicios, esta causa juzga a los responsables de Inteligencia, habla de nosotros, y reivindica la lucha y la resistencia. Es el nombre de una decisión política de la Organización Montonera. Es un hecho inédito que va a marcar un antes y un después en las causas políticas: reivindicar el derecho a la resistencia en el marco de una dictadura genocida”, sostiene.
El testimonio de Graciela Franzen, otra de las sobrevivientes a la represión, fue el primero que se transmitió en vivo a través de La Retaguardia, cuando la pandemia ya se había instalado en nuestro país. Ella festeja “haber ganado este juicio”, pero también haber sumado tantos nuevos amigos y amigas: “Toda nuestra militancia, como sigue siendo aún hoy, es con alegría. Te da tanta ternura y tanto amor ver esa juventud maravillosa y esa fuerza. La continuación de esa lucha fueron estos juicios. Pusimos esa fuerza en este juicio y por eso lo ganamos. El cariño y el amor que le tenemos a cada uno de ustedes son inmensos. Donde fuimos, fuimos recogiendo amigos. La lucha por la felicidad de un pueblo es una lucha de todos”, consigna.
La sensación de Gloria Canteloro, otra de la sobrevivientes, es que “estas condenas nos dicen que (la Contraofensiva) no fue una locura” y Benjamín, hermano de Miriam Antonio, remarca que “sentamos un precedente para las generaciones futuras”.
El juicio probó que el suicidio de Gervasio Martín Guadix fue fraguado. Lo secuestraron y asesinaron. El caso lo llevó el abogado Rafael Flores. Aquí su hija, Dolores Guadix. Afuera también estuvo su madre, la sobreviviente Aixa Bona, quien durante el juicio televisado reconoció al ex Comisario Roberto Álvarez como uno de sus secuestradores. Álvarez irá a juicio en otro tramo de Contraofensiva. Gustavo Molfino/El Diario del Juicio |
Silvia Salamone recuerda a su hermana, Ángela Alicia “la Negra Eva”, y aún no cae: “Parece imposible haber llegado a esta etapa. Tuvimos muchas pérdidas. Este momento es poder reconstruir un pedacito de la familia rota. Esto sigue. Es una política de Estado”.
Hugo Fucek asiente desde su casa. Para él, que actuó en la Contraofensiva al cuidado de niñas y niños en la guardería de La Habana, la lucha sigue: “Este juicio fue la reivindicación de una generación, para los sobrevivientes y para todo lo que vendrá. Las luchas que vienen tendrán en su espalda la experiencia de esta generación. No fue una lucha en vano y va a continuar”. Sus palabras encienden las sonrisas de aquellas niñas y niños que lo recuerdan como “La tía Porota”, por el personaje enternecedor que les entretenía durante la ausencia de sus padres y madres, que en la mayoría de los casos se tornó definitiva.
Ana Adur es la sobrina del cura Jorge Adur. Cuenta que a través del juicio fue reconstruyendo la historia de su familia y conociendo a los responsables del genocidio: “Quiero agradecer a todos, a Pablo Llonto, a la fiscal Sosti, por el trabajo minucioso y ejemplar que hicieron. Mi tío Jorge me escribía cartas desde el exilio. Fue muy difícil poder ir hilvanando todos los cabos. Es muy importante saber los nombres de los asesinos. No quería que esto quede en vano. Había que hacer justicia por él y por los 30 mil desaparecidos. Si hoy estuvieran vivos tendríamos una Argentina maravillosa”, infiere quien trajo al juicio la voz del cura montonero a través de una grabación.
Las cámaras de la transmisión vuelven a la calle. El jolgorio se adivina aunque los micrófonos estén muteados. La imagen se va con la fiscal Gabriela Sosti, una de las más mencionadas en los agradecimientos de las familias. Cuando logra hablar, Sosti no dice mucho. Parece haber agotado sus palabras en esas históricas y esenciales audiencias de alegatos. Sí se refiere a la revocatoria de prisión domiciliaria que acompañó la sentencia: “Fue un gesto muy corajudo del Tribunal. No es algo para nada habitual”, admite. Ese aspecto quedará a merced de la revisión del estado de salud de los condenados. Pero por ahora, solo queda seguir celebrando. Se hizo justicia. Vaya si sobran los motivos. El final fue con Mariela Milstein, compañera de Verna, cantando la canción que escribió durante el juicio y que lleva como nombre aquello que durante décadas no se pudo nombrar: Contraofensiva Montonera.
Que final feliz para esta triste historia, plagada tanto de esperanzas, de ideales, de Amor como de brutalidad, bestialidad e injusticia que hoy queda atrás tras este veredicto impecable.
ResponderEliminarGracias La Retaguardia!